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El Jabali

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Los mitólogos y tratadistas, al igual que ciertos semiólogos contemporáneos y de todos los tiempos, afirman en todas sus investigaciones relativas a la zoolatría que el Jabalí es un animal representativo de la dualidad; por un lado sería el emblema del arrojo y el valor, mientras que por otra parte encarnaría la intemperancia y la desmesura. Desde muy antiguo, continúan las fuentes citadas, los distintos pueblos y culturas tratan en sus simbologías al Jabalí; y, así, aparece en la India como una de las encarnaciones del Vishnú, establecida en los llamados planos de significación y en la confluencia noética del mundo de los fenómenos. Era uno de los animales considerado con valor totémico por las ancestrales sociedades babilónicas y, también, por otro lado, según algunas leyendas de origen galo y celta, el Jabalí era considerado por estos pueblos como un animal sagrado; y, en esencia, representaba el poder que ejercían los sacerdotes sobre su grey; por tanto, era sinónimo de poder religioso: el poder civil parece ser que era asociado al animal emblemático Oso. Por todo ello, el Jabalí aparece entre galos, britanos y celtas como el símbolo de que existe un poder trascendente, superior a lo inmanente y a lo terreno, y del que son fidedignos intérpretes sus druidas. En China, además de ser uno de los animales que acudió a la llamada del Maestro Buda Siddharta, el Gautama, lo cual le valió la consagración de un año en el horóscopo basado en los ciclos anuales de la Luna, también se le consideraba como detentador de un orden cuya periodicidad evidenciaba, e iba a la par, los cambios, metamorfosis y transmutaciones polifásicas de la enigmática, para ellos naturaleza. De este modo, la evolución natural no era algo que incumbiera ni al cielo ni a la tierra, decía Confucio al respecto: ¿Habla el cielo? Las cuatro estaciones prosiguen su curso, los seres siguen produciéndose. 

La figura del Jabalí aparece también representada como emblema militar entre los galos y, según testimonios gráficos hallados en el Reino Unido, también los romanos llevaban aquel pictograma en sus estandartes. Los antiguos cristianos, sin embargo, lo consideraban como portador del mayor daño que imaginarse pueda y lo asociaban, con relativa frecuencia, al espíritu maligno de Belcebú.

Los Jabalí se esforzarán en trabajar bien y a conciencia, en cumplir lo estipulado y en tener todo en orden y listo para la tarea a la que se han comprometido, pero no dejarán que la ambición les adormezca los sentidos ni que el sueño del triunfo definitivo les impulse a una equivocada actitud de combate a muerte con la vida. Además, suelen tener en su haber una buena muestra de fracasos profesionales en sus primeros pasos, más por una mala elección que por incapacidad. Han ido trasteando con los trabajos y han visto, de primera mano, cuáles son los indicados y para cuáles no han sido llamados. Ante una posible elección, empiezan por probar y después piensan; la teoría no les va y la experiencia les atrae y, así, al cabo de un cierto aprendizaje bastante agitado, ya saben perfectamente dónde quedan sus límites y hasta dónde pueden llegar sin esforzarse demasiado. Algunos jabalí, más lentos o menos inquietos, se quedan con lo primero que les sale regular y se dejan llevar por la corriente, pero la mayoría se mueve nerviosamente hasta que encuentran el lugar que les va mejor. Es una forma muy primitiva de actuar, pero está de acuerdo con el cuadro general de aptitudes.

Los Jabalí son unas muy buenas personas, las más honestas de las doce especies emblemáticas chinas y bastante tranquilas. Su único peligro, desde el punto de vista de la salud, es el de la indolencia, la falta de ejercicio, la apatía y el desorden, por pura pereza, que puede convertirles en seres más débiles de lo necesario, por haber vivido una existencia poco sana. 

Pero no se van a volver locos por la ansiedad o la ambición ni van a coger enfermedades extrañas por su promiscuidad o por sus excesos. No, son de otro tipo de personas, nada precavidos, pero nada provocativos desde el punto de vista de atraer a la enfermedad con sus dislates y sus exageraciones, porque no cometen exageraciones ni se disparan en cualquier dirección. 

Son gente a las que les puede fallar y muy pronto, el sistema cardiovascular, por falta de ejercicio y por estar metidos en ambientes cargados, por no salir al aire y andar regularmente. Su dieta es un desastre y comen lo que tienen a mano, mucho si hay mucho y poco si hay poco; no por hambre, sino por una especie de instinto mantenido desde la prehistoria, como hacen los animales, que comen todo lo que tienen a su alcance, por si no hay más en el futuro. Pero no son glotones: son de un tipo bastante común de personas, de las que reciben con la misma expresión un manjar delicioso que una comida de serie y se comen y beben lo que se les echen en el plato y en el vaso, como si quisieran demostrar al anfitrión su agradecimiento y su respeto.

Los jabalí son una gente muy sencilla (pero no simple) que aman lo mejor de la vida y desprecian, absolutamente, todo lo demás. En el amor no quieren complicaciones como las quieren en la vida profesional y no van a estar pendientes de los caprichos de la pareja o posible pareja por mucho más tiempo del que mandan las reglas de la sensatez. Sea esto dicho con el propósito de ofrecer un resumen de urgencia a una cuestión también muy sencilla: los jabalí son razonablemente pacientes, pero no son necios ni tolerantes hasta el infinito.

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