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La Cabra

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Algunas tradiciones espurias afirman que cuando el animal emblemático representado por la Cabra nace en un día de lluvia, es seguro que le acompañará, a lo largo de toda su vida, la buena suerte. De las cuatro edades que contempla la demosofía oriental, será la infancia la más difícil y quebradiza; la juventud. plena de timidez, resaltará debido al planteamiento de ciertos problemas afectivos que no hallarán solución total mientras no lleguen la madurez y la vejez. Hay mitologistas que mantienen la tesis de que fue Prometeo el primer escultor que representó a la Cabra palpitante de vida, y que por ello los dioses le tenían envidia y odio, a un tiempo; especialmente el dios Júpiter, el cual fue artífice de la caja que portaba la primera mujer existente sobre la tierra, es decir, Pandora. Se afirma que el dios Júpiter donó semejante caja, herméticamente cerrada, a Pandora para que ésta, a su vez, se la ofreciera a Prometeo, el más célebre de los llamados Titanes; también el más desgraciado, pues, durante miles de años, permaneció atado en la cima del monte Caúcaso, mientras un buitre le devoraba una parte del cuerpo, la cual se renovaba de nuevo para, así, seguir prorrogándose el tormento una y otra vez hasta que. por fin, el valiente Hércules, famoso héroe de Tebas, dio muerte al ave carroñera-, para que accediera a casarse con Pandora; a pesar de la desconfianza manifestada por Prometeo ante semejanza dádiva, sobre todo porque provenía del dios que más le odiaba, es decir, de Júpiter, Epimeteo, hermano de aquél, abrió la caja y, al instante, su dañoso contenido se dispersó por toda la tierra y alcanzó a todos los hombres y mujeres, sin distinción de raza o condición; desde entonces, el hambre, la guerra, la enfermedad, el deterioro, el maltrato y, en definitiva, todas las calamidades que asolan a la especie humana, permanecen para siempre entre nosotros. Se dice, además, que la citada caja de Pandora aún encierra sorpresas sin cuento. 

El arte popular, por otra parte, representa a la Cabra relacionada con el elemento Fuego; y es uno de los numerosos animales simbólicos que aparecen plasmados en las carrozas procesionales; también en los mosaicos antiguos. La mitología griega contempla a la Cabra desde una perspectiva sacra, y será quien amamante a Zeus; es por esto por lo que se la asocia al conjunto de animales matriarcales, protectores y totémicos. 

Los cabra suelen alcanzar sus objetivos, pero necesitan mucho tiempo para pensar en la aceptación del trabajo, para desarrollar la idea y para llevarlo a cabo. No son gente impulsiva ni atrevida, como pueden ser los dragón o los tigre; su labor es más discreta, casi recatada, pero tienen bastantes probabilidades de lograr los objetivos propuestos, aunque los demás no lleguen a enterarse de su capacidad. No les mueve la ambición ni son unos enamorados del trabajo por el trabajo; simplemente, se limitan a realizar su deber, sin alegría y sin pesar, con la aceptación de lo que les ha correspondido en el continuo sorteo de la vida. 

Pero esta aceptación nada tiene que ver, lógicamente, con un ansia de situarse a la cabeza, de ponerse en primera fila. Aparte de lo mucho que les desagrada llamar la atención y hacerse notar, los cabra poco tienen que ver con los líderes por naturaleza, con los que, desde niños, ya están mandando en sus compañeros de clase y haciendo y deshaciendo a su antojo. A causa de esta postura de segundones voluntarios, se les suele confundir con los perezosos, con los reacios a actuar, teniendo tal vez un juicio demasiado positivista por parte de quienes hacen del trabajo una religión y de la vida una contienda.

Se dice que los cabras, por no desear la posesión de nada en concreto, no tienen ni enfermedades. No es cierto, pero bastante hay de razón en la frase. Cierto es que los cabra son poco posesivos y por carecer, carecen hasta de la aprensión, que es, en la mayoría de las ocasiones, un obstáculo para el normal desarrollo de la vida; pero, en otras ocasiones, un buen sistema de alarma ante el mal. 

Los cabra no hacen caso de las señales, en parte por desprecio al temor en parte por pudor, por no manifestar dolor o sufrimiento delante de los demás, por no molestarlos con sus cuitas y quejas. En cuanto a su comportamiento como pacientes, es de lo más ejemplar. Si no fueron capaces de alarmar a los parientes y amigos con las primeras molestias sentidas, ¿cómo iban a molestar al médico y a los enfermeros con su impaciencia? Y se pueden quedar tranquilamente convalecientes, que no se les ocurrirá inventarse un nuevo método de curación. 

Buena pareja un o una cabra. Buena compañía para siempre, con toda la seguridad de su sinceridad y de su amor. Esta gente no hace nada para estar a bien con las normas, les trae sin cuidado lo que se piense de ellos o lo que se pueda decir. así que no hay que tener el más mínimo temor de que finjan por temor a las apariencias o por no dar la cara frente a los demás. Los cabra son tremendamente sinceros y en esto de los enamoramientos, no hay más que lo que se ve, ni deseo de conquista (eso les repugna) ni ganas de buscar, egoistamente, una compañía. Como seres sin ceros, digamos también, aunque quizá no fuera necesario, que son fieles. al menos mientras se sientan correspondidos, mientras el amor sea mutuo y real. En caso contrario, ni siquiera se puede hablar de la existencia de una infidelidad, ya que no hay un amor al que ser fiel.

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