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La Serpiente

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Este animal emblemático que es la Serpiente simboliza, unas veces la energía de la mente, y otras la vitalidad corporal; se la asocia con la columna vertebral y con el cráneo. El esoterismo la contempla desde innumerables perspectivas, como símbolo del infinito y como símbolo del círculo. En este sentido detentaría poderes relacionados con el Cielo (existen grabados en los que la tradición china representa al Cielo como un agujero circular de color negro) y, por tanto, benignos. Determinados arcanos del Tarot nos hablan de un tipo de Serpiente cuyo simbolismo nos remite indefectiblemente al instinto y, afirman, no debe ser destruida sino transformada en cayado por medio del encantamiento, para que así nos sirva en el mundo de lo secreto, lo oculto y lo invisible. 

Otras demosofías han considerado el símbolo de la Serpiente como detentador de ciertas personificaciones relativas a la culpa y al remordimiento; en este caso su esencia sería la destructividad: la hermosa Hero, precisamente, es señalada por los antiguos como paradigma de semejante situación. Cuenta la fábula que la joven sacerdotisa Hero, que moraba en Europa, se enamoró de un apuesto joven que vivía al otro lado del estrecho de Helesponto, en el continente asiático. Este cruzaba diariamente el mar a nado para reunirse con su amada Hero, la cual permanecía con un candil encendido en una de las más altas torres de la ciudad con el fin de que Leandro (pues éste era el nombre del enamorado de Hero) se guiara por aquella luz. Mas, un día en que el mar estaba embravecido y agitado, el valeroso joven, no pudo llegar a la otra orilla y, a causa de la oscuridad del cielo, se desorientó; al mismo tiempo sus fuerzas fueron mermándose debido al exacerbado ímpetu de las olas y, exhausto y agotado, desapareció en la hondura abisal del mar. Después de varios días, su cadáver fue arrastrado por la corriente de las aguas hacia la ribera en la cual Hero, más que esperar, desesperaba. A la vista del cuerpo sin vida de su querido Leandro, atormentada internamente y perdida su razón para vivir, la sacerdotisa Hero se suicida. 

Para los persas la Serpiente reunía en sí misma lo malo y lo bueno, lo positivo y lo negativo, era símbolo de los poderes contradictorios que gobiernan el mundo. Esta misma idea fue desarrollada más exhaustivamente por el maniqueísmo y por el gnosticismo. 

En China, la ambivalencia de la Serpiente, sus aspectos duales -constructivo/destructivo, activo/pasivo, afirmativo/negativo- la asemejan a los dos principios Yin y Yang. Se dice, también, que la Serpiente no logró tentar a Buda y atraerlo hacia caminos de suntuosidad, gloria o grandeza; por esto, y al no conseguir apartar al Gautama de su sendero de sencillez y pureza, la Serpiente se transformó en un efebo para rendir adoración al Gran Maestro Sidharta.

Con paciencia y una buena intuición, los serpiente llegan hasta donde se han propuesto llegar, con un sentido muy especial, y positivo, de la medida y de la conveniencia, sabiendo lo que hacen y cómo hacerlo. Todo esto es altamente favorable para sus propósitos, sobre todo esa vivacidad que les caracteriza y les ayuda a encontrar su objetivo y los medios para alcanzarlo. La intuición no debe ser más que una inteligencia aplicada a resolver problemas y dudas concretos, pero es una inteligencia muy útil para las personas capacitadas, ya que indica no sólo el sentido, sino la amplitud y la velocidad del movimiento a realizar; es mucho más que una sencilla idea general o que un conocimiento apropiado: es ese toque que permite conocer el camino antes de empezar a pisarlo. 

Pacientes y cuidadosos, los serpiente cuentan con su prudencia para el activo de su salud, respetando el necesario equilibrio para que se mantengan las constantes vitales más importantes y más perceptibles, pues se les puede escapar el control de aquellas funciones que están en un segundo plano de nuestra fisiología: las que no son tan exteriorizables como el pulso, la respiración, el tono o los grandes estados generales. Se cuidan, pero no se obsesionan. Porque los serpiente siempre estarán en la brecha, dispuestos a dar todo lo que tienen; aunque algunos serpiente se desgastan innecesariamente por causa de una constante tensión nerviosa, que les lleva desde la alegría a la depresión con una frecuencia insoportable, pero son una minoría; como lo son los coléricos, que tienen el mismo problema de una vida sin control en el campo de las emociones y las pulsiones. 

Los serpiente, por lo general, parecen ser seres bellos y elegantes; también parece que no son gente leal para con los que de ellos están enamorados y la fidelidad no es su mejor virtud o la más numerosa entre ellos y ellas. Pero dicho así, el cuadro es excesivamente negativo para un emblema tan positivo como éste.

Cuando se habla de la belleza y del encanto de los serpiente, se suele hacer mención a un viejo dicho del sur de China que dice así: Del amor, la serpiente toma el encanto; del encanto, la seducción; de la seducción, el abandono.

Pero si se repasa el refranero popular de cualquier parte del mundo, veremos que siempre hay un dicho para cada caso posible, de modo y manera que el saber popular se cubre las espaldas con toda alternativa, por muy remota que sea la probabilidad de su utilización en un futuro desconocido todavía por completo.

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