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El Buffalo

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Cuando Buda invita a todos los animales haciéndoles una llamada que se ensancha más y más, hasta llegar a todos los rincones del mundo, se dice que el Búfalo estaba caminando, que huía del frío invierno del norte. Y, sin embargo, llegó en segundo lugar al lado del Gautama. Y es que el folklore y la mitología china consideran el simbolismo emblemático de este animal desde un punto de vista contemplativo y activo al mismo tiempo. Basta que el Búfalo tenga un motivo que valga la pena y haría cualquier cosa por conseguir llevar a la práctica su acción. En este caso, llegó el segundo a la llamada de Buda porque tiene fama de no entretenerse por el camino, de ir a lo suyo, sin que por ello se sienta herido ante las críticas que recibe por su postura convencional y, en cierto modo, servil. 

El Búfalo contiene en sí las señales de la sabiduría oriental: supresión del conocimiento y dominio de los apetitos y deseos; entendiendo por conocer aquello que nos lleva a separarnos del universo, es decir, conocer es separarse del Universo. Esto es gravísimo, desde el punto de vista oriental. puesto que para ser feliz se necesita estar unido al Universo. Y, como todos los demás animales emblemáticos que componen el Horóscopo chino, el Búfalo reúne, en sus características generales, en las cuatro edades de su vida, conforme a la clasificación que hace la tradición china, y en su sicología, y en su vida sentimental, etc., la necesaria sencillez como para ser incorporado a la Astrología china e introducido en su folklore por medio de la famosa leyenda en la que Buda llamó a todas las especies de animales; al final se vuelve a ver con claridad que todo el saber antiguo de los pueblos orientales conduce a esa especie de exaltación de la sencillez que posee el Búfalo y que, si sabe utilizarla adecuadamente, le produce frutos como el de ocupar el segundo puesto en el Horóscopo oriental. Se dice del Búfalo que tomó el Gran camino y desechó los atajos y que, de las cuatro edades, es la madurez la más problemática. La infancia, la juventud y la vejez transcurrirán sin mayores complicaciones.

Se trata, por naturaleza, de un signo fuerte y resistente, cuidadoso y ordenado, así que pocos elementos externos podrán atacarle, porque nada externo parece tentarle o hacer peligrar su salud. El equilibrio es característico, al menos aparentemente. Se le pueden provocar tensiones que él jamás dejará traslucir, por no molestar y por no evidenciar lo que cree que son debilidades, esas molestas sensaciones que minan su seguridad y son un símbolo claro de lo que él desprecia en los demás. Pero, además, están los elementos para marcar las posibles perturbaciones que pueda sufrir la salud del Búfalo, aparte de los numerosos agentes externos que la amenazan, aunque se trate de evitar la infección o el contagio. Nadie es inmune a ellos, pero la metódica forma de vida del Búfalo le pone a salvo de la imprevisión o el descuido. En lo que respecta a profilaxis y prevención, el Búfalo es ejemplar.
Búfalo es un signo de longevidad, paciencia y fortaleza; de trabajo y perseverancia. Buen signo para el trabajo, para la constancia profesional, para los que empiezan desde niños con el estudio y terminan desempeñando, perfectamente, el trabajo elegido. 

Lao Tsé, el filósofo por excelencia, cabalgaba en un Búfalo, y el hombre, por tradición, ha empleado al búfalo en un hemisferio o al buey en el opuesto, para labrar la tierra, tirar de las pesadas carretas y siempre, el búfalo o el buey han respondido a la llamada del hombre. Noble, trabajador y leal, no son malas cualidades las del segundo animal que acudió a la llamada de Buda.

Si usted es un Búfalo puro, separe la idea de amor de la de sensualidad y disfrute plenamente de tal sensualidad sin ningún tipo de remordimiento ni, menos que nada, sentimiento de culpa por quedarse ahí, en esa maravillosa sensualidad para la que está especialmente dotado el Búfalo y por la que es apreciado, buscado. El Búfalo tiene un encanto especial, formado por una parte de buenas maneras y otra parte de belleza y serenidad, y lo sabe, de ahí su coquetería.

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